Un concepto reciente que refleja la “fusión del corazón y la razón” es el concepto de inteligencia emocional. Se entiende por inteligencia emocional la capacidad para reconocer, comprender y regular nuestras emociones y las de los demás.

   En definitiva, la inteligencia emocional consiste en una serie de habilidades que sirven para apreciar y expresar de manera justa nuestras propias emociones y las de los otros, y para emplear nuestra sensibilidad para motivarnos, planificar y realizar de manera cabal nuestra vida.

   De acuerdo con la ISAEI (Internacional Society of Applied Emotional Intelligence), la inteligencia emocional presenta diez características:

 

* El control emocional: comprender y controlar nuestros propios 

    sentimientos, y administrar nuestro humor.

* La autoestima: tener buenos sentimientos para con nosotros mismos,

    con independencia de las situaciones exteriores.

* La administración del estrés: controlar el estrés y gestionar los  

    cambios.

* Las habilidades sociales: ser capaz de entrar en relación con los otros

    y mostrarse Empático.

* El control de la impulsividad: controlar nuestra propia impulsividad y

    aceptar diferir las gratificaciones.

* El equilibrio: mantener un equilibrio entre el trabajo y la casa, entre las

    obligaciones y el placer.

* Las habilidades de comunicación: comunicar de manera eficaz con los

    otros.

* La administración de nuestros fines y de nuestros objetivos: fijarnos

    fines realistas en todas las esferas de nuestra vida. 

* La auto motivación: motivarnos a nosotros mismos en la consecución de

    nuestros fines.

* La actitud positiva: mantener una actitud positiva y realista incluso en  

    los momentos difíciles.

 

   Los individuos que tienen un alto nivel de inteligencia emocional tienen más éxito en la vida, son más felices y aprovechan mejor la vida.

   La relación entre el cerebro emocional y el pequeño cerebro del corazón es una de las claves de la inteligencia emocional. Al aprender a controlar nuestro corazón aprendemos a domesticar nuestro cerebro emocional  y viceversa. La relación más fuerte entre el corazón y el cerebro emocional es la que establece el sistema nervioso periférico autónomo.

   El sistema nervioso autónomo está constituido por dos ramales que inervan cada uno de los órganos del cuerpo a partir del cerebro emocional. El ramal llamado simpático libera adrenalina y noradrenalina, controla las reacciones de lucha y huida y su actividad acelera el ritmo cardiaco. El otro ramal llamado parasimpático libera el neurotransmisor acetilcolina que acompaña los estados de relajación y calma y su actividad disminuye el ritmo cardiaco.

   El equilibrio sutil entre los dos ramales (simpático y parasimpático) del sistema nervioso autónomo es lo que ha permitido a los mamíferos desarrollar relaciones sociales cada vez más complejas al hilo de la evolución.

   Pero el corazón no se contenta con sufrir la influencia del sistema nervioso autónomo, pues envía fibras nerviosas hacia la base del cráneo que controlan la actividad del cerebro. El corazón también puede actuar sobre el cerebro emocional a través de conexiones nerviosas directas y cuando el corazón se desajusta se lleva con él al cerebro emocional.

 

¿CÓMO AUMENTAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL?

Un primer punto a tener en cuenta es la posibilidad de hacerlo. Es decir, mientras que el concepto de Coeficiente de Inteligencia clásico se decía que era inamovible, con el concepto de Inteligencia Emocional, si es posible aumentarlo.

Lo habitual es tomar los distintos parámetros de posible mejora y entrenarse en que aumente esa habilidad. Por ejemplo, si un factor en la Buena Comunicación Interpersonal, el entrenamiento irá encaminado a mejorar esa posibilidad, con lo cual el conjunto de Inteligencia Emocional también aumentará.

Pero con el concepto de Coherencia Cardiaca el enfoque es distinto. Dice la Fundación HearthMath: “El único camino para mejorar la Inteligencia Emocional de forma estable, es mejorar la Coherencia Cardiaca”