EL YING YANG DE INTERNET

Es difícil hacerse una idea exacta del tipo de sociedad en que vivimos. Si hacemos caso a lo que vemos en una manifestación entssetzenmultitudinaria tendemos a creer que todo el mundo piensa como los manifestantes. Pero si vamos a la Opera, y todo el teatro está lleno, creemos que el público es culto y sensible. Si el periódico nos muestra diariamente crímenes y robos nos inclinamos a ver que algo va mal.

La prensa, la televisión o cualquier evento al que acuda gente suele ser como una “ventana” para ver cómo está la sociedad. Somos conscientes del error de esa apreciación, pero a pesar de todo nos sirve de muestra personal.

El conjunto de esas apreciaciones nos va construyendo nuestra particular idea de cómo de “sana” está la sociedad. Es nuestra creencia.

En los últimos tiempos se ha abierto otra nueva ventana de apreciación: Internet.
El invento fue buen recibido. Comunicación instantánea y facilidad para hacerlo. Y mientras entrabamos en la nueva tecnología, nuestra mente inventaba nuevas aplicaciones posibles: una versión de la venta por catálogo, reservar un restaurante y muchas más todavía por descubrir.

Pero en paralelo otras mentes más oscuras orientaban el invento hacia sus propósitos. Robos de tarjetas, estafas etc. Y otra actividad, aparentemente más inocente, pero que se ha convertido en un arma de doble filo: La comunicación hiriente.

Bajo el seudónimo o el anonimato aparece en ésta ventana de Internet, el color del alma de muchísimas personas que creíamos “bfrustracion ordenadoruenas”.
Ya existe en la historia de las experiencias psicológicas el descubrimiento de la maldad oculta cuando se daba libertad a unos estudiantes, objeto del estudio, que podían dar descargas eléctricas (que eran ficticias) a una persona a la que se estaba analizando. Poco a poco fueron subiendo el nivel de la supuesta tortura, lo que demostraba que hay capas de personalidad muy dañinas.

Con Internet se ha repetido el experimento. Esta vez a nivel global. El resultado el mismo: chantajes, agresión a la intimidad, bulos, desprestigio a las personas, y abundantes insultos.
Personalmente me hiere ver junto a artículos de prestigiosos personajes, comentarios agresivos, sin ningún nivel y que atacan sin piedad a la persona o lo que dice, sin ningún fundamento.
Esta atmósfera se hace cada vez más densa y las alarmas han empezado a sonar.

Que ésta contrapartida no nos eclipse un invento bueno.