UN DIARIO PRIVADO.¿Qué es? ¿Por qué lo recomiendan los psicoterapeutas?

Un diario es un recurso en muchos relatos de Misterio. Descubrir un diario, es acceder a los pensamientos íntimos y ocultos del personaje ausente. Puede que ilustre sobre los motivos que le impulsaron a quitarse la vida. O lo que pensaba de ciertos personajes de su vida. Una nota en un diario es la pista que necesita el detective para descubrir la trama oculta.

Pero además de un recurso es también una herramienta terapéutica. Es frecuente el uso de un diario para reflexionar sobre lo acontecido. En un proceso de cambio de conducta, puede ser el momento de meditar sobre lo realizado bien o mal, según el plan trazado.  Sirve de Balance de los éxitos obtenidos, pero también

es una meditación, un encuentro con uno mismo, una manera de saber expresar sentimientos, de ordenar ideas, establecer prioridades, plasmar conflictos internos, de expresar sutilezas captadas, rasgos estéticos, hacer que no se olvide la frase impactante o la referencia de un autor. Puede ser la memoria de un Estado Alterado de Conciencia o de inspiración en un momento dado, o el apunte para un posterior relato, punto de luz para una idea a desarrollar, sesgo de un dibujo, foto o actuación. Lugar de anidación de proyectos, reposo latente de ideas vibrantes. Ensayo para afinar la descripción de mis sentimientos. Recuperación de momentos que nos impactaron al releerlo.

Por todo ello es importante llevar un diario, que no tiene que ser como el título indica, una anotación diaria. No se trata de una obligación como si se tratara de un apunte contable de caja. Tomemos el Diario como un enlace hacia nuestro mundo interno, como un momento para la introspección, pero no lo convirtamos en una carga para cumplir diariamente.

La psicóloga   TARA BENNERRGOLEMAN comenta:

Se hizo un experimento en el que varias personas escribieron en un diario privado sus pensamientos y sensaciones sobre la experiencia más traumática de sus vida – o incluso sobre alguna preocupación acuciante – durante alrededor de quince minutos cada día a lo largo de unos cinco días.

Solo el haberse sacado de encima esas sensaciones tuvo efectos sorprendentemente beneficiosos. Su salud mejoró; tuvieron menos enfermedades durante los siguientes seis meses. Hubo una relación notable entre las sensaciones que expresaron y su salud: cuanto mas turbulentas eran las emociones puestas por escrito, tanto más incrementaron su inmunidad.

Del párrafo anterior destaco tres puntos:

Se habla de Diario Privado. Esto supone intimidad para estar con los pensamientos propios y ahondar sobre hechos y deseos ocultos. Esto parece sencillo, pero hace falta pararse en la tarea cotidiana y hacer una introspección. A la gente, si la preguntas directamente sobre su trauma personal, sobre sus deseos inconfesables, o por sus pensamientos más altruistas, no sabe responder, le falta práctica,  el quehacer cotidiano no exige de ese trabajo

Girando sobre la idea de escribir sentimientos guardados,  Natalie Goldberg escribe en  EL GOZO DE ESCRIBIR

“¿Cuáles son vuestros sueños secretos? Escribid durante cinco minutos. Muchos de nosotros no conocemos, no reconocemos y evitamos, los sueños más recónditos. Si escribimos sobre ellos durante cinco o diez minutos, estamos obligados a poner sobre papel los deseos que aletean en nuestra mente, y a los que, quizás, no prestamos la debida atención. Es una oportunidad para escribir, sin pensar, sobre los deseos que se encuentran en la periferia de nuestra percepción.”

Ahora volvamos a leer. Empecemos a tomarnos en serio nuestros sueños, nuestros deseos. Si no estamos seguros, si, honradamente, no sabemos lo que quisiéramos hacer, busquemos por lo menos una indicación de la dirección en la que podemos ir.

Otro punto es “sacado de encima”. Esto nos lleva al tema de culpa y expresión de la misma. Es decir a las confesiones.

Cuando se tiene una contradicción interna y se es consciente que se ha hecho mal, le queda a uno un malestar. Manifestar esa contradicción interna es confesar y la confesión tiene que ver con la culpa. Si no hubiera culpa, no habría confesión.

Confesar los miedos, para poder atajarlos es una práctica de SUSAN JEFFERS

                                                                                                                      (

FUENTE; LIBRO: Aunque tenga miedo, hágalo igual)

Ella está doctorada en Psicología por la Universidad de Columbia y hace años imparte cursos sobre el miedo. El primer paso es hacer relatar por los alumnos sus miedos, al final de la ronda de confesiones, ella comenta:

Y así uno por uno, hasta oír la historia de todos.

Me fascina lo que sucede con el carrusel. A medida que cada uno desahoga su corazón, la atmósfera empieza a cambiar. La tensión se esfuma rápidamente y todos los rostros revelan un gran alivio.

En primer lugar, mis alumnos comienzan a comprender que no son los únicos seres del mundo que tienen miedo. En segundo término, comienzan a notar lo atrayente que se vuelve la gente cuando abre su corazón y comparte sus sentimientos. Mucho antes de que haya hablado el último una atmósfera de cordialidad y camarería invade el aula. Mis alumnos ya nos son extraños el uno al otro.

Este concepto de “sacarse de encima” una sensación que molesta se practica de forma espontánea en varios lugares de la Red de Internet, donde hay portales especializados en colgar las confesiones de los Internautas.

El problema es que no se forma una autentica comunidad de comprensión mutua, porque a veces las respuestas de otros participantes son molestas o demuestran falta de sensibilidad. La sensación es que falta la fase de ser bien acogido por la otra parte.

Este mecanismo es independiente de las creencias religiosas. Aquí no hay censura ni castigo por declarar que has infringido una regla. Es un deseo natural de expresión compartida.

Turbulentas es la otra palabra clave, que nos conecta con una vibración especial que llamamos morbosidad.

Una característica de la Confesión  es que se cuenta  algún tipo de trasgresión.

La trasgresión supone contar tus experiencias en terrenos prohibidos. Pueden ser normas religiosas, sexuales o sociales.

Cuando sucede esto, la persona se tiene que abrir más auténticamente ante  los demás y les hace participar de sus experiencias.

Esa comunicación crea una expectación vibrante en todos los que escuchan, quienes automáticamente se han hecho cómplices de tal trasgresión.

Si nos fijamos en los aspectos fisiológicos,  observaremos que aparece un cierto grado de morbosidad en el grupo.

La palabra morbosidad ya la comentamos al principio de éste texto, por lo que no vamos a repetir de nuevo lo explicado.

La práctica de una transgresión produce sistemáticamente un estado mórbido de más o menos grado.

Puedes escribir directamente a: psicobegia@iicoaching.com